Y entonces aquello que crecía en su interior estalló. Existió, para ella, un chasquido palpable aunque no audible cuando la piedra que encerraba su alma reventó y un gran pedazo de ella se desprendió. Mientras una melodía la inundaba. El cuello le dolía con fiereza, la piedra seguía agrietándose; iba a estallar por completo, dejando salir a su yo contenido dentro; y ella estaba demasiado borracha de orgullo y felicidad para que le importara. Las grietas se propagaban en todas direcciones, con pedazos de piedra saliendo disparados...
Los rostros que lo rodeaban eran todos idénticos. Podrían haber estado esculpidos en piedra. Pero no una piedra tan dura como la que volvía a fusionarse alrededor de su alma. Su roca se soldó con una rapidez sorprendente; y se le añadió una capa extra, como la capa que se le añade a una perla, aunque ésta no cubría nada hermoso.
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