El problema del inconsciente es que es un lugar al que va todo lo que queremos olvidar. Cuanta más fuerza hacemos por reprimir, más inquieto se vuelve el inconsciente. Es curioso, si queremos llegar a esa zona profunda la puerta se cierra, pero si queremos darle la espalda ella viene a buscarnos. ¿Cómo se abre la ostra para llegar a la perla? ¿A la fuerza? Tal vez es más como un alcaucil o una cebolla, con paciencia, quitando suavemente capa por capa. El inconsciente nos protege. Se ocupa de todo aquello que nos resulte intolerable, de todo lo que nuestra consciencia no quiere enfrentar. El inconsciente te trae un mensaje: existo, y soy tu verdadera identidad.
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